La explosión, a los pocos segundos de despegar, del cohete
estadounidense Antares de la empresa Orbital, bajo encargo de la NASA, aparca de momento el plan de
ocho lanzamientos contratados para enviar suministros a la Estación Espacial
Internacional (ISS). El que explotó el martes por la tarde (en la madrugada del
miércoles en España) era el tercero de
esos ocho vuelos. “En cuanto a los siguientes pasos de Antares, no volveremos a
volar hasta que comprendamos la causa de raíz [del accidente] y tomemos las
medidas correctoras necesarias para asegurar que no vuelve a suceder; es
demasiado pronto para poder decir cuánto tiempo se puede tardar”, declaró el
vicepresidente ejecutivo de Orbital, Frank Culbertson, antiguo astronauta de la NASA, pocas horas después de la
pérdida de su cohete. “Seguiremos el proceso debido, con profesionalidad y en
profundidad… y puedo asegurarles que descubriremos qué ha fallado, lo
corregiremos y volaremos de nuevo”.
La destrucción del cohete ha dirigido la mirada de los
expertos hacia la estrategia de la NASA
de ceder al sector privado, y financiándolo, no solo el envío de cargas a la
ISS, sino también los vuelos con astronautas, estrategia que se ha concretado
recientemente mediante contratos con otra empresa, SpaceX, para desarrollar una
nave tripulada que podría volar dentro de tres o cuatro años, y con el gigante
Boeing con similar objetivo. Esta estrategia pretende, según ha explicado la NASA, agilizar los programas
espaciales, reducir costes e incentivar el sector industrial con nuevas áreas
de actividad, pero no han faltado críticas cuestionando la eficacia de estos contratos
y la reducción real inversión que se logrará.
MARCO GARCÍA
Muy bien Marco
ResponderEliminarRodrigo